Ángeles Díaz, socia y voluntaria de Acción Psoriasis, nos ha regalado este precioso relato, con el que queremos hacer un pequeño homenaje a todas la mujeres trabajadoras con psoriasis.
Sonia, como cada mañana, repasaba los titulares del periódico: “Los actos previstos para el Día de la Mujer Trabajadora se centrarán en…”.
Cada año, por estas fechas, se tomaba un minuto para sentirse satisfecha con su trayectoria profesional y, últimamente, para estar agradecida por haber mantenido su puesto de trabajo.
Recordaba aún con cierta vergüenza aquella primera entrevista, celebrada a finales de junio de hacía casi una década, en la que se presentó con aquel atuendo inapropiado, no porque no fuera a la moda o no estuviera acorde con el puesto al que optaba, sino porque hacía un calor infernal y ella iba vestida de invierno: manga larga, medias, cuello a la caja, maquillaje excesivo que, además, podía correrse con el sudor… Todo por ocultar a la vista de su entrevistador aquellas manchas distintivas y furiosas que adornaban sus brazos, piernas y cara. El puesto lo consiguió, eso es cierto, pero también que su interlocutor pensara que había que estar un poco loca para vestir así en pleno verano…