Una dieta equilibrada con un consumo alto en vegetales y alimentos integrales ricos en fibra y probióticos, así como una buena salud intestinal nos ayudarán a prevenir y mejorar el sobrepeso y la obesidad, dos factores que pueden provocar un empeoramiento de nuestra condición y afectar a nuestras articulaciones.
Ver más
Es importante tener en cuenta las posibles alergias o la sensibilidad de nuestro cuerpo a determinados alimentos que puedan causarnos inflamación y desencadenar la respuesta inmunitaria del cuerpo, lo que podría afectar a los síntomas de la artritis psoriásica. Llevar un diario donde anotemos aquello que comemos y cómo nos hace sentir nos ayudará a detectar esos alimentos que nuestro cuerpo rechaza. Debemos centrarnos en los hábitos alimenticios a largo plazo y en un estilo de vida antiinflamatorio.
Es cierto que no existe una dieta específica para las personas con enfermedad psoriásica, pero según estudios recientes si podemos concluir que seguir una dieta mediterránea, prestar atención a ciertos nutrientes y unos hábitos de vida adecuados y saludables, pueden hacer que nuestra piel se mantenga en mejores condiciones.
La dieta mediterránea incluye productos y verduras variadas sin procesar, pescado, frutas y grasas saludables procedentes del aceite de oliva o las nueces. Dado que entre los pacientes con psoriasis existe cierta propensión a ser intolerantes al gluten será beneficioso llevar una dieta de bajo contenido de estos alimentos.
Si estás considerando modificar tu dieta y eliminar algún grupo de alimentos, como el gluten, hazlo progresivamente de manera que te permita identificar cómo afecta la retirada de ese alimento a tu estado de salud y, en todo caso, asegúrate de que tu dieta no es demasiado restrictiva consultando con un dietista o con tu médico.
Según sugiere la Arthritis Foundation aplicar estos puntos básicos a nuestra alimentación ayudará a combatir
la inflamación de nuestras articulaciones:
Comer al menos 9 piezas de fruta y verdura al día.
Elegir aquellas verduras ricas en vitamina K, como la espinaca, el repollo y el brócoli.
Los alimentos ricos en fibra como los cereales, el pan o el arroz integral, ayudan a reducir la inflamación y a regular la función intestinal.
El pescado graso como el salmón y el atún nos aporta omega 3.
Preferir los aceites de origen vegetal, como el aceite de oliva, en lugar de mantequilla.
Incluir productos lácteos bajos en grasa como leche desnatada, yogur y queso para fortalecer los huesos.