Toma conciencia de tu cuerpo
¡Que la psoriasis no te detenga!
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La artritis psoriásica es un trastorno inflamatorio crónico que afecta a las articulaciones y a la zona donde se unen los ligamentos y tendones al hueso (entesis).
Los síntomas habituales son la inflamación, el dolor crónico, la rigidez, la hinchazón de los dedos de pies y manos (dactilitis), e incluso la deformación articular. Afecta tanto a las articulaciones periféricas (codos, brazos, piernas, muñecas, manos y pies), como a las articulaciones del esqueleto axial (caderas, hombros y columna vertebral). En ocasiones, puede conllevar una inflamación ocular (uveítis) y/o intestinal (enfermedad inflamatoria intestinal). Puede presentarse, al igual que la psoriasis, en forma leve, moderada o grave.
Aproximadamente entre el 10% y el 30% de los pacientes con psoriasis desarrollarán artritis psoriásica a lo largo de su vida. Aunque se desconoce su origen, se cree que es consecuencia de la suma de factores genéticos, inmunológicos y ambientales (tabaco, obesidad, estrés, etc.).
Investigaciones recientes apuntan que las personas que padecen enfermedad psoriásica moderada o grave tienen un mayor riesgo de padecer dolencias asociadas como diabetes, hipertensión, obesidad, enfermedades cardiovasculares, hipercolesterolemia, síndrome metabólico o hígado graso no alcohólico. En cuanto a la salud mental, la ansiedad, la depresión y el estrés son padecimientos muy frecuentes> en los pacientes psoriásicos. Todas estas afecciones son las conocidas como comorbilidades, enfermedades asociadas a la enfermedad psoriásica que influyen en la salud y la calidad de vida de quienes las padecen.
Para prevenirlas, es vital mantener la artritis psoriásica bajo control mediante un tratamiento farmacológico adecuado y unos hábitos saludables (no fumar, llevar una dieta equilibrada, realizar ejercicio físico, no beber alcohol).
Los tipos de artritis psoriásica según sus manifestaciones clínicas son las siguientes:
La artritis psoriásica se manifiesta de diferentes formas. A menudo, sus síntomas son muy similares a los de la artritis reumatoide dando lugar a diagnósticos erróneos. En ambas dolencias, la sensación es que nuestras articulaciones están inflamadas, nos duelen y las notamos más calientes con respecto a otras zonas del cuerpo.
Los reumatólogos, atendiendo a la zona de nuestro cuerpo afectada distinguen entre artritis psoriásica axial (la menos común), periférica y mixta.
La zona axial de nuestro cuerpo, nuestro eje central, es aquella formada por la columna vertebral (cervical, dorsal, lumbar, sacro y coxis). Las articulaciones periféricas serían los brazos, hombros, codos, muñecas, manos, piernas y pies. Cuando la artritis psoriásica afecta, por ejemplo, nuestra columna (zona axial) y nuestros brazos (periférica) diremos que es un tipo de artritis psoriásica mixta.
La enfermedad puede atacar solo a articulaciones de un lado de nuestro cuerpo (asimétrica) o en ambos lados (simétrica). Si afecta a cuatro o menos de nuestras articulaciones nos referimos a la forma oligoarticular, la más habitual. Las formas más graves de la enfermedad son las poliarticulares, cuando 5 o más de nuestras articulaciones se ven dañadas. En todos los casos, hay un impacto en la vida diaria y en la movilidad, por ello es imprescindible que un reumatólogo valore el grado de afectación y tengamos una buena adherencia al tratamiento.
Recordemos que los 3 síntomas comunes a todos los tipos de artritis psoriásica son el dolor, la hinchazón y la rigidez de las articulaciones afectadas.