La enfermedad psoriásica, como toda dolencia crónica, necesita de un periodo de aceptación personal y, en ocasiones, reaprender nuestra forma de relacionarnos con nuestro entorno, tanto el más íntimo como el laboral y social. Las lesiones en nuestra piel, el dolor y el estrés generan sentimientos de inseguridad y merman nuestra capacidad de relacionarnos. Comunicar nuestras necesidades y una red de apoyos sólida serán nuestros aliados. Normalizar tu situación personal convertirá la enfermedad en una parte más de ti pero no en la principal.
Si mantienes hábitos saludables y eres constante en la aplicación del tratamiento sentirás que puedes controlar la enfermedad e influirá positivamente en tu forma de comunicarte y hacer partícipe a tu entorno de tu situación vital.
Trabajar la seguridad en ti mismo, compartir tus experiencias con personas en tu misma situación y hablar abiertamente de cómo quieres enfocar el proceso de adaptación a tu enfermedad te ayudará a mejorar tus relaciones sociales y laborales. Visibilizar la psoriasis te liberará, no te escondas, eres más que piel y tu enfermedad no es un condicionante para no disfrutar de una vida plena. Conversa con tu círculo íntimo y hazles partícipes de tus necesidades en todo momento.
En tu trabajo, haz saber a tus compañeros si precisas ayuda y adapta tu espacio a tus necesidades físicas. Mantén una actitud positiva, evita el estrés y consulta con tu especialista si necesitas ayuda. Existen asociaciones y comunidades de pacientes donde poder compartir vivencias y sentirte respaldado.